Friday, November 4, 2011

Delirio

En un charco de sangre, allí estabas tendida
para siempre callada, para siempre dormida,
con los ojos abiertos muy abiertos.... abiertos
y mirándome siempre como miran los muertos,
sin amor y sin odio, sin placer ni amargura,
con sutil ironía y a la vez con ternura.
El puñal en mi diestra todavía humeaba,
pero ya a mis oídos el furor no gritaba,
y crecía el espanto, y la angustia crecía,
y humeaba en mi diestra el puñal todavía
con el vaho candente de tu sangre ardorosa,
de tu sangre de virgen, de tu sangre de diosa.
¿Cómo fué?... ¿Quién lo sabe, si lo ignoro yo mismo?